Por Valentina Lourdes Bruno[1]

Los movimientos antivacunas se han esparcido por todo el mundo y hay quienes los consideran una amenaza para la población.

En Argentina, el Gobierno ha decidido el 1 de diciembre del año pasado que todos sus habitantes, mayores de 13 años, deben presentar el pase sanitario para acceder a las actividades que se consideran de «riesgo epidemiológico».

Según el Gobierno nacional, dicha herramienta está prevista para funcionar en “locales bailables, discotecas, salones de fiestas, bailes o similares que se realicen en espacios cerrados, viajes grupales de egresadas y egresados, de estudiantes, jubiladas y jubilados o similares y eventos masivos organizados de más de 1.000 personas que se realicen en espacios abiertos y cerrados o al aire libre”.

Es por esto que considero que “ser antivacuna” hoy en día, en países como la Argentina, te excluye de participar de actividades sociales como ir a discotecas y a restaurantes.

En el Leviatán, Hobbes explica que el pacto social se realiza en función de salir del estado de naturaleza donde abunda el miedo, ya que todos «los hombres» representan una igual amenaza los unos a los otros. Sin ir más lejos, la pandemia puede interpretarse como dicho «estado de naturaleza», donde el solo hecho de poder contagiarse habilita dicho sentimiento.

El filósofo percibe que hay un hombre que decide no pactar y lo denomina «necio». El Estado puede ejercer poder sobre este, sin importar la falta de consentimiento, ya que considerando dicho acto irracional, está justificado ejercer el monopolio de la violencia sobre el necio.

Desde un punto de vista hobbesiano y considerando el acto de no vacunarse, un acto irracional, uno podría decir que utilizar el monopolio de la fuerza sobre ellos es correcto. Pero, ¿en qué medida? ¿Sería correcto llegar al extremo de decretar que la vacuna sea obligatoria? El necio de Hobbes está pensado para casos como este donde una teoría política debe explicar por qué se puede obligar desde el Estado a quien no quiere obedecer.

Ahora bien, me gustaría marcar otro punto de intersección entre «los antivacunas» y «el necio». Siguiendo en línea con la lógica del mencionado filósofo, uno podría decir que garantizar la salud de la población mediante la vacunación obligatoria es una de las funciones básicas del Estado y que, por lo tanto, «los antivacunas» no solo podrían ser obligados a cumplir con ciertos requisitos aunque no los consientan, sino que disputan la base misma de la legitimidad del Estado.

A raíz de los argumentos expuestos anteriormente, quisiera aclarar que mi intención fue analizar la actualidad desde un lente hobbesiano para demostrar al extremo que podríamos llegar si pensáramos a la pandemia como un «estado de naturaleza» donde todos presentamos una amenaza para todos.

REFERENCIAS:

Hobbes, Thomas. 1983. Leviatán. Madrid : Editorial Nacional.


[1] Estudiante de tercer año de Estudios Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella.

[2] Foto extraída de TELAM digital noticias

[3] Imágen extraída del diario La Voz.

[4] Imagen extraída de la tapa del Leviatán.