Por Ludmila Belingueres*

¿Cuál es el origen de aquella consigna? ¿Es válido tomar una frase de una expresión contestataria como argumento para enemistar conceptualmente al movimiento peronista con la educación? ¿Hay objetivos políticos detrás de ese argumento?

Introducción

En esta publicación, se pretende aportar datos empíricos basados en políticas públicas para refutar los argumentos sobre los que se funda el discurso que busca contrariar al peronismo y a la educación conceptualmente, para intentar esclarecer este confuso relato que prevalece históricamente con, tal vez, mucha menos solidez argumentativa de la que se espera de una afirmación aceptada por vastos sectores sociales. Para hacerlo, propongo al lector que hagamos una breve analogía entre el origen del discurso que se remonta a los años 40’ y del que se sostiene en la actualidad.

«Alpargatas si, libros no». ¿Cuál es su origen?

Históricamente, desde los sectores opositores al justicialismo, se ha intentado desde el discurso, generar en el pensamiento de los argentinos una conceptualización antagónica entre «peronismo» y «educación». Lo cierto es que, para instalar el relato, no se recurrió ni se recurre a la cita de políticas públicas, de hechos o decisiones que indiquen algún divorcio entre ambos conceptos, sino que, por el contrario, se utilizaron herramientas meramente discursivas basadas en expresiones contestatarias sin argumentos empíricos, fundamentalmente en una: «Alpargatas sí, libros no». Esta consigna, que originalmente fue un cántico y en reiteradas ocasiones se le fue atribuida a Eva y Juan Perón, surge en el año 1944, en un enfrentamiento callejero entre obreros y estudiantes universitarios que se oponían a la participación sindical en las universidades y sobre ella se estructuró una parte del discurso que sostiene que el peronismo necesita un pueblo sin educación para permanecer en el poder, que necesita de una masa ignorante y que en consecuencia, toma acciones en función de ello.


Por otra parte, el pasado miércoles 14 de abril, el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunció que, a partir de las 0 horas del viernes, regirían en el AMBA, una serie de medidas orientadas a disminuir la circulación del coronavirus. La que dio origen a un nuevo debate, pero que en realidad retomó aquel discurso antiquísimo que surgía en el 44, como decíamos antes, fue la suspensión de las clases presenciales por el curso de 15 días.

Las respuestas al anuncio no se hicieron esperar, y lo llamativo de aquellas reacciones resultó ser el debate que se erigió sobre la medida antes mencionada, volviendo a poner en escena aquel discurso que nació en los años 40: «El Peronismo quiere y necesita un pueblo sin educación» para objetar que las clases presenciales debían sostenerse a pesar del contexto poco favorable por el que atravesaba (Y aún atraviesa) nuestro país con respecto a los niveles de contagios. Aquel discurso volvió a correr con fluidez por los medios de comunicación, acompañados por las declaraciones de varios de los dirigentes de la actual oposición.

Vale hacernos algunas preguntas antes de continuar: ¿Cuáles fueron las políticas públicas que señalarían lo contrario a lo que propone aquel discurso opositor al peronismo? ¿Por qué se ha intentado instalar una connotación negativa sobre el Peronismo en relación a la educación?

¿Qué pasó con la educación en los gobiernos peronistas?

Para comenzar a revisar las políticas educativas que indicarían que, contrariamente a lo que sostiene el discurso opositor, el peronismo ha hecho grandes aportes materiales y simbólicos a la educación argentina, tenemos que situarnos en el primer y segundo gobierno peronista (1946-1955) y señalar brevemente las medidas más notables.

En 1949, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se dispone la creación de tres nuevos ministerios, entre ellos, el de Educación. Desde 1854 y hasta ese año, el organismo del que la educación dependía fue el «Ministerio de Justicia e instrucción pública».

En esos años de gobierno peronista, el presupuesto se quintuplicó, pasando de cuarenta y ocho millones (48.000.000) de pesos a doscientos cincuenta y seis mil millones (256.000.000) de pesos.

Otro punto, que da testimonio del sentido de las políticas aplicadas en estos gobiernos, es la creación de las escuelas-fábricas, exactamente doscientas noventa y ocho (298) en todo el país, destinada a los jóvenes de entre 14 y 18 años que hubiesen terminado la enseñanza primaria. En aquellas escuelas, los jóvenes se capacitaban en diferentes actividades, entre ellas la zapatería, la albañilería, la mecánica, la carpintería, la herrería, etc. Estos centros de capacitación fueron un pilar de la enseñanza técnica y de la formación de obreros para la Industria Nacional.

Con la intención de que la igualdad no fuera simplemente declarativa, el gobierno creó escuelas de policlínicos, para brindar educación a los niños y jóvenes que estuvieran atravesando enfermedades. En sintonía con esa premisa, se crearon escuelas nocturnas, destinadas a los adultos analfabetos y a los jóvenes que no habían sido contemplados por el sistema educativo y en la misma línea, se creaban comedores escolares, hogares-escuela y misiones monotécnicas destinadas a los sectores rurales y a incluir a los sectores de la sociedad que habían quedado fuera del sistema educativo.

En el año 1948, se crea la Universidad Obrera Nacional (UON) con el principal objetivo de servir como instituto superior de formación técnica y formar profesionalmente a la clase trabajadora. Las clases se dictaban en horario vespertino, con el objetivo de que los obreros pudieran asistir luego de la jornada laboral. Tal vez, una de las políticas educativas más recordadas de aquel gobierno peronista, sea la quita de aranceles a las universidades en el año 1949, en propias palabras del Presidente Perón en una entrevista que se le realizó en España, donde pasaba sus días del largo exilio: «Normalmente en la República Argentina, en nuestra época, había cuatro millones de población estudiantil. De esos cuatro millones solamente trescientos mil (300.000) hacían los estudios secundarios, de manera que, de la escuela primaria que era obligatoria, a la escuela secundaria ya había un descarte de tres millones setecientos mil (3.700.000). De esos iban a la universidad nunca más de cien mil (100.000), de manera que, ya en este en esa tapa había otro descarte doscientos mil (200.000) (…) era un crimen que estuviéramos seleccionando materia gris en círculos de cien mil (100.000) personas cuando lo podíamos seleccionar en cuatro millones (4.000.000).»

Con lo que respecta a los niveles inicial y primario de la educación, es menester resaltar algunas de las más trascendentes. Tales como, la sanción de la ley Simini en 1946, que establece la obligatoriedad del jardín de infantes. La creación de los más de mil (1000) jardines de infantes en todo el país o las más de ocho mil (8000) escuelas en toda la República Argentina.

Luego de haber enumerado las principales políticas educativas del primer y segundo gobierno peronista, pretendo darle lugar a las políticas del período (2003-2015) en los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, entendiéndolos como parte del mismo proyecto político.

En el año 2003, se lanzó el Programa Nacional para la Inclusión Educativa (PNIE) y, dentro de él, tuvieron lugar las siguientes iniciativas:
• Todos a Estudiar (2004): Reingreso a la escolaridad de jóvenes de hasta dieciocho años.
• Volver a la Escuela (2005): Reingreso a la escolaridad de niños y adolescentes de entre seis y catorce años.
• PNIE Rural (2006): Para niños/as y jóvenes de escuelas rurales con sobre edad.
• PNIE Judicializados (2006): Para niños/as y jóvenes bajo la tutela judicial.

Durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en 2007, se crea el Instituto Nacional de Formación Docente, con el objeto de llevar adelante la tarea de planificar, desarrollar e impulsar las políticas para el sistema de educación superior de formación docente inicial y continua.

En el año 2008 se crea el plan FINES, destinado a los jóvenes y adultos que no hubiesen terminado la educación primaria o secundaria. El programa aportó a las Argentina, más de quinientos mil (500.000) egresados.

En el siglo XXI, las nuevas tecnologías son pilares fundamentales en la educación, hasta es difícil hablar de educación en términos reales, si no se accede a las herramientas tecnológicas necesarias. En ese sentido, el plan «Conectar Igualdad», en 2010, garantizó a más de cinco millones (5.000.000) de alumnos de todo el país, el acceso a la tecnología para complementar su proceso educativo.

Por otra parte, y con el objetivo de acompañar las trayectorias educativas de los alumnos, se lanzaron las Becas PROGRESAR, vigentes en la actualidad, para brindar apoyo económico a los estudiantes de todos los niveles educativos que lo requieran. Insisto con que la igualdad no debe ser declarativa, sino real y efectiva.

Si bien el objetivo principal de esta publicación, es el aportar datos concretos y objetivos para refutar el discurso que enfrenta al peronismo con la educación (o por lo menos contribuír a un debate mas saludable y rico que el actual) y por ese motivo, anteriormente se ha citado una serie de políticas educativas, es necesario también, considerar que todos los gobiernos propulsores de dichas políticas, han generado a partir de ellas una movilidad social ascendente de la clase trabajadora, que puede entenderse como el resultado de la aplicación de aquellas medidas y también, como un necesario clima social, donde los jóvenes puedan dedicarse exclusivamente a su formación educativa.

Conclusión

Después de presentar una breve serie de políticas educativas que se impulsaron desde gobiernos peronistas en los períodos del primer y segundo gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955), del Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y del primer y segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), queda por delante, y para concluir el artículo, pensar en el siguiente escenario: si el peronismo en sus gobiernos, políticas públicas mediante, garantizó el acceso a la educación y a la tecnología, democratizó el acceso a las universidades, robusteció la legislación en materia de educación y, entre otras, amplió notablemente la población estudiantil, ¿Qué razón de ser tiene el discurso que lo enfrenta con la educación? ¿Existen objetivos políticos detrás de ese enunciado?

Si se tiene en cuenta que los gobiernos peronistas que se citan en el artículo han propiciado a partir de políticas sociales, económicas y educativas la llamada movilidad social ascendente de la clase trabajadora, podemos ubicar rápidamente uno de los posibles motivadores del discurso opositor al peronismo que busca enemistarlo conceptualmente con la educación, con la cultura y, por consecuencia, con el progreso. El disparador utilizado, la consigna “Alpargatas sí, libros no”, ha sido parte de la construcción de aquel discurso que se originó en los años del primer peronismo y que vuelve en 2021 para cuestionar las medidas que se tomaron desde el gobierno nacional en un contexto de pandemia, pero fundamentalmente para persuadir a los Argentinos, dando a entender que los gobiernos populares necesitan pueblos sin educación, de que el peronismo atenta contra el sistema educativo, aunque acabamos de ver que objetivamente nunca fue así y ahí reside la intencionalidad de este artículo, en aportar a una discusión con bases sólidas.

*Ingresante a la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).