Por Carla María Spacapan

1- Introducción:

El objetivo del presente trabajo es hacer un estudio sobre las consecuencias de la prohibición de las drogas como método de disuasión para su consumo, tanto a lo largo de la historia, como al día de hoy. En contrapartida trataré de presentar además ejemplos y las alternativas más relevantes, a mi entender, a la penalización. 

Si realizamos una mirada detallada y objetiva de los antecedentes de prohibiciones de cualquier tipo de drogas en distintas épocas de la historia, de diferentes culturas, religiones y marcos políticos y en los más diversos lugares, observaremos que los ejemplos tienen muchas similitudes y puntos en común.

Los tópicos muestran escaso o nulo éxito en los objetivos buscados y daños colaterales que infieren un perjuicio superior en toda la gama, siendo sólo un beneficio para aquellas bandas encargadas de suplantar en un mercado negro el producto, encareciéndolo y bajándole notoriamente su calidad.

La misma mirada aplicada a las experiencias en el uso libre a lo largo de la historia dan una idea más acabada de las opciones a disposición.

El escenario actual no ha cambiado mucho en su fondo y los ejemplos que tenemos nos muestran una repetición de los mismos problemas, aplicando las mismas recetas y obteniendo similares resultados. Aunque experiencias serias de despenalización del cannabis también nos permiten entrever cierta perspectiva de cambio en el enfoque del problema y una mayor concientización y aprendizaje en el tratamiento. 

La política de prohibición y la llamada “Guerra contra las Drogas” no ha conseguido alcanzar el objetivo primario deseado, que sería lograr una disminución en los índices de consumo de las distintas drogas de las llamadas ilegales. Por un lado, su prohibición refugia al consumidor en otras sustancias que logren efectos similares y que sean de venta libre y, al mismo tiempo, la ubica en el centro de la escena, como sucede habitualmente con lo prohibido, convirtiéndola en objeto de culto o deseo, o como medio de transgresión para infinidades de comunidades e individuos que encuentran en lo prohibido una razón de ser o de identificarse con sus pares, etc. La prohibición también distorsiona la mirada acerca del objeto prohibido, impide por lo tanto observarlo con objetividad y darle, en consecuencia, un tratamiento adecuado.

Este sería el primer punto a tener en cuenta, aunque no el más importante. La demanda de distintas sustancias sigue su curso y la oferta queda en manos de organizaciones que operan fuera de la ley y que, como vemos a diario, llegan a tener un poderío económico y territorial que suplanta en innumerables tareas al Estado: asistencia, fuentes de trabajo, seguridad, etc., con una influencia cada vez más notoria en las fuerzas policiales, la justicia y la política (véanse los casos de la ciudad de Rosario o en distintas ciudades de México, por citar ejemplos de basto conocimiento).

2- Desarrollo:

2.1- Historia de la prohibición de las drogas: 

Vayamos a los hechos. Uno de los ejemplos más conocidos de lo expuesto es la Ley Seca, implementada en Estados Unidos entre 1920 y 1933 prohibiendo la venta de bebidas alcohólicas. Los resultados obtenidos fueron, principalmente, el aumento en su consumo y enfermedades y muertes derivadas de la mala calidad ante la venta de alcoholes de fabricación clandestina o casera. Por otro lado, dicha ley tenía entre sus objetivos disminuir la delincuencia, pero eso no solo no sucedió, sino que muchas bandas criminales de inmediato tomaron el control de la industria[1], creciendo así a niveles hasta entonces desconocidos, obteniendo una influencia y un poderío inéditos. La vuelta del alcohol a la legalidad se acordó porque había causado corrupción burocrática, injusticia, hipocresía, envenenamiento con alcohol metílico, grandes cantidades de nuevos delincuentes y la fundación del crimen organizado[2]

Además, hay múltiples ejemplos de prohibiciones en Estados Unidos asociadas a cuestiones raciales y de persecución de minorías, y no por cuestiones médicas, como la prohibición del opio vinculada a la inmigración china, la marihuana a la inmigración mexicana y la cocaína a la población de raza negra.

Situación similar respecto a la prohibición se dio con el opio en China, donde el consumo ilegal generó estragos, mientras que, en la India, un consumo legal y muy superior de la misma droga, no provocó un abuso en su uso, sino que se mantuvo el consumo moderado. De hecho, en lo referente a China, la legalización del opio produjo una disminución muy notable en su importación, más precisamente, fue del 160% al 5%[3].

Por otro lado, la historia nos ofrece múltiples ejemplos de prohibiciones de sustancias que hoy son de venta libre. La yerba es uno de estos; en 1616, el Gobernador del Río de la Plata y del Paraguay, Hernando Arias de Saavedra, prohibió la posesión de yerba y el consumo de mate por considerarlo un “vicio abominable y sucio”. Incluso la Iglesia denunció al mate ante el Tribunal de la Santa Inquisición de Lima. No obstante, más allá de la prohibición, su consumo se elevó a proporciones nunca vistas. Sin embargo, al día de hoy su consumo no sólo no está prohibido, sino que también lo podemos comprar libremente en cualquier supermercado, es una costumbre en varios países de Sudamérica y no se conocen casos adicciones al respecto.

Radicalmente contrario a lo expuesto, hace tiempo atrás Holanda descriminalizó el uso de algunas drogas y desde hace años presenta una media de consumo de drogas inferior a la media europea. Lo mismo sucede en Portugal desde hace ya 20 años.

Sin ánimo de agotar la infinidad de ejemplos que hay, pretendo reflejar que la historia enseña que ninguna droga desapareció o dejó de consumirse debido a su prohibición, y que, mientras subsista una prohibición, hay mucha más tendencia a consumos irracionales.[4]

2.2- Escenario actual:

No es solo la historia la que nos demuestra los efectos negativos de la prohibición de las drogas, también contamos con el escenario actual.

Como concluí previamente, la prohibición de las drogas no condujo a la ausencia o desaparición en su consumo, por el contrario, este aumentó significativamente.

Los principales efectos perniciosos de la prohibición de las drogas al día de hoy son:

  • Gastos del Estado destinados a persecución y combate contra consumidores.
  • Un aumento en la población carcelaria, a causa de consumidores tratados como criminales.
  • El sistema de prohibición fomenta el surgimiento de Crimen organizado, ocupando el lugar de productores y distribuidores de drogas, obteniendo importantes ganancias, compitiendo en territorio y funciones con el estado y generando altísimas tasas de homicidios y corrupción, infiltrándose, gracias a su poderío económico y su accionar mafioso, en las fuerzas de seguridad del estado, sistema judicial y partidos políticos.
  • Las mismas organizaciones, ante la falta ausencia de controles y en pos de aumentar sus ganancias, adulteran las drogas para su venta y se tornan para el consumidor doblemente peligrosas, al no tener información de lo que está efectivamente consumiendo.  Por lo tanto, es, además, inexacto atribuir a las llamadas muertes por sobredosis una relación única y directa con la droga presuntamente consumida, obviando la relación de ésta con las adulteraciones que sufren hasta llegar al consumidor, aunque los titulares de los diarios al día siguiente no informarán de ese detalle.

Me remito una vez más a Holanda, a modo de ejemplo de lo antedicho. Pieter Tops, académico de la Universidad de Tilburg y profesor de la Escuela de Policía holandesa, en el 2019 sostuvo que, desde la descriminalización del consumo de drogas, aun no tenían corrupción a niveles desmedidos, y que los partidos políticos no estaban influenciados por grupos criminales. Mas precisamente, afirmo que desde el 2015 se detectaron tan solo 80 personas corruptas en la Policía, aduanas y oficina de impuestos.[5]

A su vez, como contrapartida de Holanda, tenemos como ejemplo a Rosario, ciudad en la que el narcotráfico y, como consecuencia, los homicidios y las muertes por consumo de drogas van en aumento desde hace unos años ya. Entre 2002 y 2009 se multiplicó por más de siete las toneladas de droga incautada en territorio argentino, y entre 2003 y 2011 la cantidad de presos por violaciones de la ley de estupefacientes se incrementó de 3.500 a 6.800, pero Rosario se convirtió en el centro del tráfico. Esto debido, principalmente, a sus puertos y su expansión inmobiliaria que facilita el lavado de dinero [6]

Y, en lo que respecta al consumo de drogas adulteradas por los motivos ya mencionados, el 6 de febrero del presente año en Rosario hubo 8 personas que llegaron al hospital en estado muy grave. Llegó a conocimiento de los médicos que estuvieron tomando alcohol y cocaína, pero los síntomas eran más similares a los generados por opiáceos. De hecho, el sistema de salud sospechó que podía tratarse de la misma sustancia que mató a 24 personas y dejó hospitalizadas a más de 80, dos días antes en Buenos Aires[7].

2.3- Alternativas:

Por lo expuesto, considero que la prohibición no es el mejor mecanismo para disuadir el consumo de las drogas. Creo que debería dedicarse menos esfuerzo, capital y tiempo a intentar disuadir o eliminar su consumo cuando es una costumbre ancestral del hombre, y se debería dedicar más esfuerzo, capital y tiempo a buscar alternativas, a regularlo, informar acerca de su uso correcto, garantizando productos no adulterados, y ayuda posterior para los casos de abuso o dependencia, como sucede con el alcohol o el tabaco. Al igual que estos últimos, la generación de impuestos asociados a la venta legal dotaría de recursos al estado para las tareas descriptas, desfinanciando automáticamente a las bandas narcotraficantes, restándoles poderío económico e influencia.

Ya grandes eminencias de distintos ámbitos, tales como el derecho o la economía, entre otros, refieren a la necesidad de la despenalización. Michelle Bachelet, médica y política chilena, y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, afirmó que la «guerra contra las drogas ha fracasado», ya que el consumo en lugar de disminuir crece. 

También Michel Kazatchkine, médico y diplomático francés, e integrante de la Comisión Global para Política de Drogas sostuvo que “(…) La demanda de drogas existe y seguirá existiendo y si no se encuentra de forma legal, será en el mercado ilegal, con todas sus malas consecuencias: adulteración, mafias, epidemias de VIH, hepatitis, corrupción, violencia e inseguridad». Incluso se mostró a favor de legalizar los estupefacientes, agregando que «Los gobiernos deberían apostar por un uso seguro de estas sustancias. Hay que enfrentarse al mundo tal como es, y uno libre de drogas no existe”.[8]

Al referirme a “buscar alternativas” no me refiero a una alternativa a la droga, sino a una alternativa a la prohibición. También en la historia ya ha habido prácticas para eliminar el consumo de ciertas drogas, sustituyéndolas por otras, y más que efectivo fue contraproducente. A modo de ejemplo, tenemos a Estados Unidos y Alemania. En Estados Unidos, durante la presidencia de Nixon (1969-1974), muchas instituciones médicas pidieron que se estableciera un suministro legal y barato para adictos. En respuesta, Nixon sostuvo que el mantenimiento en heroína era una concesión a la debilidad y la derrota en la cruzada contra la droga, que conduciría a la erosión de los valores sobre la dignidad humana. Agrego que dicha droga condenará a muchos ciudadanos a una vida de degradación y adicción, cuando otros métodos más positivos de tratamiento y rehabilitación se estaban haciendo disponibles. Tales métodos eran la metadona, fármaco suministrado de forma legal, y barata, por el Estado, y llamada por Nixon como “arma de Estado” y “droga contrarrevolucionaria”.

Luego, cerca de la Segunda Guerra Mundial, la metadona fue ofrecida al ejército alemán como analgésico para independizarse del opio. Sin embargo, meses después, el ejército rechazó la droga por considerarla altamente peligrosa, al ser un opiáceo sintético, cinco veces más adictivo que la morfina, y que en tolerancia y toxicidad es equivalente a la heroína. De hecho, la metadona permanecía en el cuerpo aproximadamente dos semanas, siendo mucho mayor el riesgo de adicción, y luego, el de abstinencia[9].

Me remito una vez más a Holanda, que, como dije, desde la despenalización del consumo de drogas, reporta niveles de consumo por debajo del promedio en europea y, además, demuestra que es posible tolerar el uso de ciertas drogas sin crear «generaciones perdidas»[10].

3- Conclusión:

Una mirada crítica de la historia de la prohibición de las drogas, en distintos países, con distintas políticas e incluso distintas drogas, refleja que la penalización a su consumo no fue la mejor alternativa para disminuir o eliminar su uso. De hecho, demuestra todo lo contrario: mayor corrupción; un negocio para quienes ven en la prohibición una oportunidad para vender drogas adulteradas, sin control, y al precio que consideren; un aumento en la población carcelaria; y violencia asociada al negocio ilegal o al consumo de drogas adulteradas.

Las opiniones y datos acerca de este fenómeno son muy variadas, pero cabe hacer una reflexión.

Si una persona tomara un litro de agua mezclado con un 20% o 70% de cloro y esto le provocara la muerte, la opinión pública y la prensa no comentarían que murió por tomar un vaso de agua, y la muerte, naturalmente, sería adjudicada a una intoxicación por cloro. Sin embargo, esto es distinto cuando el tema involucra a esta serie de drogas prohibidas.

Tomemos el caso de la cocaína.

La pureza de la cocaína en Argentina es ínfima, las muestras realizadas en julio de 2018 demostraron que hay apenas 24,6% de cocaína, mientras que el resto era material de estiramiento, sustancias tales como cafeína, xilocaína y lactosa, e incluso medicamentos como aspirina y paracetamol rallado. También contenía otras sustancias como ellevamisol, típico de la cocaína colombiana, un desparasitante para vacas que fue detectado en varias ocasiones[11].

Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (EMCDDA), en un informe publicado en 2020, el grado de pureza de la cocaína incautada varía entre un 23% y un 87%[12], no haciendo mención a la composición de ese restante 77% o 13%. Luego hace mención de la cantidad de muertes relacionadas a su consumo o consumidores que inician tratamiento, ahora bien: ¿es correcto atribuir exclusivamente a la cocaína estos efectos, desconociendo por completo la composición total de lo que se consume? Existen estudios y larga experiencia acerca de los efectos que causa la cocaína, sus márgenes de seguridad para el consumo, sus tratamientos, etc., por lo que creo que sería preferible legalizarla, que se venda sin adulteración y utilizar esos conocimientos para tener un marco de cobertura y asistencia más previsible para aquellas personas que abusen de su uso, como sucede con el alcohol, entre otros varios ejemplos.

Por lo sucedido hasta ahora, ¿no parece ser ese sistema más apropiado que dejar en manos de bandas criminales su elaboración y venta, que sin ningún escrúpulo pueden “estirar” la droga con sustancias que pueden causar la muerte directa?

A los ya tratados argumentos de proliferación de un narcotráfico cada día más poderoso y criminal, ¿no sería, desde el punto de vista sanitario, más realista afrontar ese desafío?

No conocemos exactamente la respuesta, pues una despenalización amplia sería seguramente muy distinta según su método de aplicación, país, cultura, eficiencia del estado y de cada sistema de salud, etc., pero lo es cierto que afrontaría el hecho de manera directa y, creo, sería el inicio del camino hacia una normalización y una mirada sin hipocresía, una aceptación de lo que ya sucede, aunque evitando los efectos catastróficos que, como vemos, tiene el sistema actual y que, a mi entender, agrava las consecuencias.

Bibliografía:

Libro: Escohotado, A. (1998) : Historia General de las Drogas, España, pp. 962-963, pp. 1144. Editorial Espasa-Calpe

Artículos:

Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, (2020): “Informe Europeo sobre Drogas, Cuestiones Clave”, pp. 12.

Fahsbender, F. (2019): “El escandaloso “índice dealer”: cuán pura es la cocaína que se consume en Argentina”, en Infobae.

Bugarin, I. (2010): “Holanda, a 34 años de tolerancia con las drogas”, en BBC News.

Linde, P. (2019): “Cómo se convirtió Portugal en un referente mundial en la regulación de las drogas”, en El País.

Mar Centenera, M. (2022): “Tras las huellas de la cocaína mortal en Rosario, la cuna del narco en Argentina”, en El País.

Rebossio, A. (2015): “Rosario y la ruta de la droga”, en El País.

Hernández, A. (2019):“Holanda, uno de los principales productores de drogas sintéticas del mundo”, en DW.

Luckhurst, T. (2020): “Ley Seca en Estados Unidos: 100 años después quiénes luchan aún por erradicar totalmente el consumo de alcohol en el país.”, en BBC.


[1]  Toby Luckhurst, “Ley Seca en Estados Unidos: 100 años después quiénes luchan aún por erradicar totalmente el consumo de alcohol en el país”.

[2] Escohotado, 1998: 1144.

[3] Escohotado, 1998.

[4] Escohotado, 1998.

[5] Anabel Hernández, “Holanda, uno de los principales productores de drogas sintéticas del mundo”

[6] Alejandro Rebossio, “Rosario y la ruta de la droga”

[7] Mar Centenera, “Tras las huellas de la cocaína mortal en Rosario, la cuna del narco en Argentina”

[8] Pablo Linde, “Cómo se convirtió Portugal en un referente mundial en la regulación de las drogas”

[9] Escohotado, 1998: 962-963

[10]Inder Bugarin, “Holanda, a 34 años de tolerancia con las drogas”

[11] Federico Fahsbender, “El escandaloso “índice dealer”: cuán pura es la cocaína que se consume en Argentina”

[12] Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, 2020: 12