Por Luciana Fernández Sosa
El rol que viene a cumplir la Inteligencia Artificial en la administración de la justicia ¿será esta la nueva justicia sin rostro? ¿Podrá un sistema automático reemplazar la labor de abogados, jueces y fiscales?
La innovación de la tecnología en el derecho nos abre mil preguntas, ya que el universo legal se apegó al formalismo y a los procedimientos.
Muchos de los cuales han perdido sentido y solo retardan la correcta aplicación de la justicia garantizada en los principios consagrados en la Constitución Nacional, cuyo fin es la resolución de las causas en el menor tiempo posible en miras de la reparación del daño causado a la persona o al patrimonio.
Si bien se ha dado un proceso de discusión y cambio normativo intenso y profundo, los procesos de implementación de las normas, los cambios culturales o las prácticas de los actores y el conocimiento, participación y confianza de la ciudadanía respecto de estos han sido más bien débiles y escasos de planificación.
Esto ha derivado a una rediscusión de los procesos de reforma, para focalizar los esfuerzos en las prácticas más que en la norma. Con ello, se han abierto nuevos ámbitos de reflexión y trabajo orientados principalmente a temas de organización y gestión institucional.
Detectado este problema, se han desarrollado muchas acciones tendientes a mejorar la implementación de las reformas: desde readecuaciones organizativas, nuevas formas de trabajo y la incorporación de herramientas tecnológicas.
Este proyecto de investigación busca responder la pregunta y demostrar de qué manera la inteligencia artificial viene en auxilio de los profesionales del derecho, con el fin de logran una justicia más ágil y eficaz en esta era del cambio, donde se redefinen muchas profesiones y oficios, haciendo hincapié en lo más importante: donde seremos irremplazables los seres humanos.
La Administración de Justicia en Argentina
Desde hace ya muchos años la Justicia Argentina se encuentra desbordada por el crecimiento del número de causas, debido al incremento del nivel de conflictividad social.
La cantidad de tribunales, su dotación de personal y recursos técnicos, así como la modalidad de organización y de trabajo, no pueden canalizar debidamente las demandas de la población y esto extiende la duración de los procesos, haciendo que muchas causas se clausuren por haberse alcanzado el plazo de prescripción.
Resulta actualmente insuficiente el nivel de informatización de los juzgados y poco se está haciendo para configurar sistemas de trabajo que optimicen los recursos disponibles.
Mejorar el desempeño del sistema judicial es indispensable para restablecer la confianza en las instituciones.
Debido a carencia de tecnología, la Justicia tiene un funcionamiento deficiente, lo cual alarga los procesos y conduce a la impunidad.
Dado lo anterior, el nuevo desafío para estos procesos de reforma va más allá de recuperar y en algunos casos crear una nueva institucionalidad democrática, sino que hoy se trata más bien de cómo se legitiman estas instituciones ante una ciudadanía empoderada.
De lo contrario, el mayor riesgo es que al aumentar la ya deteriorada legitimidad del sistema se afecten los avances alcanzados en materia de respeto por el debido proceso y del cumplimiento de estándares de Derechos Humanos, y luego, que los ciudadanos dejen definitivamente de utilizar el sistema de justicia para resolver sus conflictos.
Ante esta amenaza, premisa o posibilidad, la utilización de nuevas tecnologías puede ser de utilidad como una herramienta que permita ampliar el acceso, cumplir con estándares de transparencia y rendición de cuentas, brindar un servicio más eficiente, y en general acercar a la ciudadanía al sistema de justicia.
Inteligencia Artificial para agilizar la justicia
La inteligencia artificial llego para asistir y automatizar en la confección de la mayoría de los documentos de la administración pública, para de esta manera resolverlo mucho más rápido, como por ejemplo emitiendo: resoluciones, sentencias o dictámenes.
Abordar esta temática, es dar un paso más en la modernización de la justicia abandonando viejos hábitos, ya que un sistema de inteligencia artificial nos va a permitir hacer mucho más ágiles los procesos dentro del Poder Judicial.
Ahora bien, cuando hablamos de aplicación de Inteligencia Artificial, nos referimos a la aceleración de las decisiones judiciales.
La Inteligencia Artificial aumenta la eficiencia y mejora los estándares de calidad a los procedimientos, a partir de un enfoque basado en datos, evidencia y patrones de información que estos sistemas pueden gestionar más eficientemente, aunque luego el funcionario decida modificarlo, por múltiples razones, el resultado redunda en un doble beneficio: reduce el tiempo para conocer si hay o no un caso similar, y aumenta el tiempo para considerar un cambio de criterio o incorporar nuevos argumentos a ese borrador que le presenta el sistema.
Si bien la inteligencia artificial comienza a ser aplicada en muchos ámbitos y en sectores tan disímiles como transporte y salud, su aplicación en algo tan sensible como las sentencias judiciales despierta inquietudes.
La IA automatiza porque resuelve tareas simples, burocráticas y repetitivas, donde no hay demasiado para innovar. Por ejemplo: el Estado pone plazos a todo, y esos plazos deben ser controlados. Eso lleva tiempo humano, pero el sistema lo hace sólo y muy rápido.
Ahora, la predicción es una técnica más compleja, porque parte de considerar las diferencias que puede haber entre situaciones a resolver, entonces se le enseña al sistema todos los casos históricos para que los aprenda, y logre encontrar, ante un nuevo expediente, patrones comunes que le permitan decir “este caso hay que resolverlo así porque se parece a todos estos que ya resolvimos”.
La Inteligencia Artificial busca terminar con la injusticia de que un mismo ciudadano, con el mismo problema, recibiera dos respuestas diferentes por parte del Estado, ya que cuando eso pasa, se viola un principio básico, que es el de igualdad y en la Justicia siempre ocurrió y sigue ocurriendo, muchas veces por error humano de quien tiene el deber de interpretar la norma puede que se equivoque, por mil razones posibles.
Pero, además, y fundamentalmente, ningún juez o fiscal puede tener en la cabeza cinco mil fallos, se busca terminar con el trámite eterno, ya que en la Justicia, la extrema lentitud termina siendo injusticia.
La aparición de la “inteligencia artificial” supone nuevas aplicaciones tecnológicas que provoca en la administración nuevos retos y nuevas oportunidades.
Hay que generar confianza en la inteligencia artificial centrada en el ser humano para abordar el nuevo escenario que transforme el servicio de justicia.
El reto de la transformación digital en la Administración de Justicia supone alinear la actividad que se desarrolla por los Juzgados, Tribunales y Fiscalías con las necesidades que los ciudadanos exigen ya que no debemos olvidar que la tecnología es un medio y una herramienta de trabajo.