Por Santiago García Scardigno
Esta frase, escrita por Alem previo a suicidarse, es popular entre los argentinos aunque a veces no se la atribuimos al partido radical. Quizás, con justicia, porque a lo largo del tiempo la UCR ha evolucionado a un espacio defensor de un conjunto de principios e ideas que no pueden ser cristalizadas sin un canal de diálogo y orden institucional. Ser el partido que tantos derechos sociales y laborales ha conquistado no suele ir de la mano con el extremo que representa el “romper”. Esta actitud era inviable para un partido político que pretendía existir por más de cien años. Entonces, el origen revolucionario del partido radical no solo no podía sostenerse al comienzo del siglo XX, sino que hoy habría que determinar los alcances de “radical”. Eso intentaremos hacer, además de definir la razón de ser del centenario partido.
La Evolución de la UCR
El 26 de junio la Unión Cívica Radical cumplirá 133 años y es preciso trazar el rumbo que siguió el partido a través de hechos puntuales. ¿Es un partido republicano? En realidad, a todos los partidos argentinos les gusta portar esta etiqueta, y la UCR ha llegado bastante lejos en los límites al órgano ejecutivo, aunque nunca lo suficiente como para desnaturalizar la característica hiperpresidencialista que detenta Argentina. Siempre es bueno recordar que al poder hay que imaginarlo dentro de un cuerpo humano, donde los órganos cumplen funciones que, a veces, parecen similares, pero no lo son. Donde termina uno empieza el otro, aunque no estén precisamente separados. Podemos afirmar que la reforma del 94 fue el último límite formal al presidencialismo propiciado por la UCR de la mano de Alfonsín, pero este no es el único antecedente. Hay acciones radicales en la historia argentina que son sumamente importantes para el republicanismo, pero perdería precisión el presente artículo, divagando entre anécdotas políticas y hazañas poéticas. ¿Es un partido de envergadura nacional y de corte popular?
Conquistas Históricas
Mediante la ley provincial 619 en el año 1924, se crea el primer aguinaldo en la provincia de Jujuy por parte de Benjamín Villafañe. En el mismo año, Marcelo Torcuato de Alvear regula el trabajo de las mujeres y prohíbe el trabajo infantil a través de la ley 11.317. En 1929 se sanciona la jornada limitada de trabajo bajo el gobierno de Hipólito Yrigoyen, estableciendo las 8 horas diarias y 48 horas semanales. Al año siguiente, el 28 de abril, se determina por decreto que el 1° de mayo será feriado en conmemoración a los trabajadores que protestaban en Estados Unidos por mejores condiciones laborales y fueron condenados a prisión y a la horca. En 1957, Crisólogo Larralde logra introducir toda la legislación laboral, social y sindical en la Constitución Nacional a través del artículo 14 bis, sin ser Convencional Constituyente, en una historia que es digna de atender, aunque este no será el caso.
A esas disposiciones legislativas quiero sumar el salario mínimo vital y móvil mediante la ley 14.459 y la ley de medicamentos 16.462 y 16.463 de Arturo Umberto Illia. El divorcio vincular, la patria potestad compartida y la igualdad de hijos extramatrimoniales de Florentina Gómez Miranda. La democracia recuperada, el Juicio a las Juntas y los cabecillas terroristas; la creación del Banco de Datos Genéticos en sintonía con la lucha por la identidad de los desaparecidos de Raúl Alfonsín.
Todo lo plasmado anteriormente es solo un compendio de disposiciones que determinan cabalmente una parte de la orientación política de la Unión Cívica Radical. Claramente, el fortalecimiento de la clase trabajadora y el bienestar de la sociedad es una bandera eterna, como lo es la lucha por los derechos humanos. Dispensando el grueso de las medidas de gestión de gobiernos radicales, también podemos avizorar que la cuestión educativa es un punto muy importante en la agenda del partido. A ello podemos arribar recordando la reforma universitaria de 1918 apoyada por Yrigoyen, la inversión del 23% del presupuesto nacional en educación y el plan de alfabetización de Illia. El reconocimiento mundial que tienen las universidades argentinas, y la fuerte presencia universitaria que llevan adelante Franja Morada y el Partido. “Yo soñé que la universidad habría de ser la cuna del alma argentina”, Hipólito Yrigoyen.
Debate Interno y Actualidad
Hoy, en pleno 2024, la militancia radical discute el rol y hasta la razón de ser de la UCR. Aunque nadie tiene la verdad absoluta, es necesario ponderar algunas cuestiones. En primer lugar, no existen la derecha y la izquierda en un partido de proporciones nacionales y de extracción popular, pues no podrían convivir Yrigoyen y Alvear en el mismo espacio (ni hablar de que habitaron en el mismo tiempo). En segunda instancia, es necesario resaltar la causa de la UCR. Se ha esparcido por todos los rincones de Argentina que el partido radical es “la causa de los desposeídos”, o, al menos, eso decía el fundador de la Unión Cívica, Leandro Alem. La manera de ser causa de los más vulnerables nos tiene que remitir a las diversas medidas en favor del bienestar general, tomadas por la UCR en la historia, y requerirá de adaptaciones propias de un partido de gobierno en épocas de comunicación algorítmica.
A mi juicio, “la causa de los desposeídos” reside en la defensa de un sistema que asegure las condiciones para la conquista de nuevos derechos. Por lo tanto, romper o doblarse será una fuente de debate eterno en la Unión Cívica Radical, y es preciso aplicar esa dicotomía alemista al caso concreto. Claro está que si hablamos de la defensa de las instituciones republicanas, la democracia y la vigencia de la Constitución Nacional, la UCR no puede doblegarse porque es la razón de ser del partido.
En términos generales, la UCR es exitosa, porque el sistema democrático y la Constitución están vigentes. Pero me resulta imperioso señalar que este artículo no tiene por objeto la degustación ideológica de la UCR, porque al ser un partido de gobierno puede tener distintas posturas de acuerdo al contexto que analicemos. Hay objetivos históricos y también cortoplacistas. Además, no existe una doctrina económica que limite al partido de Yrigoyen y Alvear; ello da lugar al avance en materia de derechos, en la medida que sea viable para evitar caer en posturas demagógicas. Al respecto, Ernesto Laclau nos dice que «El populismo emerge cuando el sistema político es incapaz de absorber las demandas sociales en su propio marco institucional.” Por ello, es importante que un partido que se considera liberal evite la aparición de fenómenos populistas, no sólo por el daño que éstos causan a las instituciones, sino por la propia supervivencia del espacio que aspira al gobierno de manera responsable.
Futuro de Gobierno
Deberíamos repasar los momentos en los cuales Argentina tocó techo en términos económicos y, no casualmente, al gobierno lo conducían radicales. Durante la administración de Alvear, el peso argentino logró ser la moneda más fuerte del mundo. También, la soberanía energética fue encabezada por Yrigoyen mediante la creación de YPF, mientras soñaba con tener una latinoamérica alejada del imperialismo, instando a los gobiernos regionales a ser energéticamente autosuficientes. Y, con esto, bien haríamos en incluir a la UCR entre los partidos enfrentados a los testimoniales. “El Partido”, como gustan llamarlo los correligionarios, es “de gobierno”. Aunque en las últimas elecciones se truncó el posicionamiento de un candidato exitoso, por distintos factores que atentan a los intereses nacionales de la UCR. Este déficit convive con múltiples intendencias, gobiernos provinciales y un gran bloque legislativo conducidos por el radicalismo; lo que significa que existen distintos proyectos de poder en todas las esferas argentinas, mas no para encolumnarse detrás de un proyecto nacional. La UCR se ha convertido en una confederación de radicalismos más que en un movimiento nacional.
Para retomar la conducción desde el Sillón de Rivadavia, es imperioso que la dirigencia nacional radical entienda la importancia de crear una narrativa simplificadora del norte a seguir, debido a que las formas de comunicar han cambiado. Esto se tiene que hacer sin expulsar a nadie porque, quedó evidenciado en el presente artículo, la UCR (al igual que el peronismo) ha tenido distintas expresiones a lo largo de la historia. La realidad debe ser aceptada, y ella indica que actualmente existen militantes radicales con ideas opuestas conviviendo en los comités. El futuro demanda planificación desde el Comité Nacional y el armado de una estrategia electoral nacional, consciente y duradera.
Por lo pronto, algunos radicales ya están trabajando en el punto más débil del partido, la comunicación: ¿tendrá que ser dicotómica? ¿Populistas vs. republicanos? ¿Peronistas vs. radicales?. ¿O de tercios? Quizás. También, se podría apelar a una narrativa más compleja, repasando la siempre activa defensa del radicalismo por la división de poderes, los derechos humanos y la Constitución Nacional, aunque esto no es tan sencillo en la era del algoritmo y las burbujas comunicacionales.
“Que se rompa, pero que no se doble” seguirá vigente en pleno siglo XXI, en tanto y en cuanto entendamos que la Unión Cívica Radical no puede torcer su accionar en relación a la defensa de la democracia republicana. El resto es opinable: no sería viable un “radicalómetro” por la diversidad propia de un partido de tamaña presencia popular. Seguir a las ideas en lugar de a las personas, como quería Alfonsín, implica una revisión del accionar militante. La conjugación de la historia con el presente es lo que se requiere para hacer radicalismo en el futuro, aunque es recomendable evitar sujetarse a los grandes hombres y mujeres que tuvo la UCR, porque al igual que en el pasado, el presente no tiene personas que estén por encima del escudo radical.