1. Introducción

El Banco Mundial es un organismo multilateral creado el 4 de julio de 1944 como parte del acuerdo de Bretton Woods (en EE. UU.) para servir como eje de la reparación de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente, sus objetivos fueron expandidos a todo el mundo, y pasó de infraestructura en su financiamiento a cuestiones más específicas de políticas internas, tales como la educación y la salud. Así lo definen Gilbert, Powell y Vines (1999):

The World Bank (…) is an institution whose objective is the promotion, world wide, of sustainable economic development and poverty reduction. It pursues these objectives through lending, through the promotion of research and the provision of economic analysis, and through policy advice and technical assistance. (p. 598)

El paper citado ya anticipa una mirada doble de la institución, lo cual la convierte en rica y compleja para el análisis político, jurídico y económico: por un lado, es un banco que tiene a Estados como “clientes”; por otro lado, opera como un think tank que recomienda políticas públicas a través de expertos, con un énfasis tecnocrático y promoviendo la investigación profesional en ciencias sociales. La dualidad de una entidad financiera que opera como think tank con poder de influencia en la vida interna de los Estados provoca que sea provechoso y útil estudiar sus dinámicas (y, en particular, sus diseños).

El paper citado explica de esta manera la estructura orgánica del Banco Mundial:

The World Bank Group (to give the Bank its full name) is a large organisation employing over six thousand people. The International Bank for Reconstruction and Development (IBRD) is the original and central member of the World Bank Group. Its main activity has been to borrow funds and lend these on to qualifying governments for agreed projects. These loans are made to member governments or to public sector institutions against governmental guarantees; they are made at lower interest rates, and with longer terms of repayment (between 10 and 20 years), than the private market would offer even first class borrowers. Providing such loans remains the IBRD’s main activity. The second component of the organisation is an aid agency: the International Development Agency (IDA) whose activities are confined to a group of 60 countries, mainly in Africa and South Asia, which fall into the Least Developed Countries classification (the LDCs). The IDA was established in 1960. IDA credits are very long term (up to 40 years) and contain a large grant element. IDA staff are integrated with those of the IBRD, so that the same staff are involved in both non-aid and aid work, but the accounts of the two institutions are kept separate. Thirdly the International Finance Corporation (IFC), which has been in existence since the early days of the Bank, lends to private sector institutions without any governmental guarantee. Finally, the Multinational Investment Guarantee Agency (MIGA) is the fourth organisation in the World Bank Group. Its creation was a response to a global need for an agency of this kind. It is relatively small. (pp. 598-599)

Esto quiere decir que el Banco Mundial se divide en cuatro sectores diferenciados, con sus objetivos específicos. Asimismo, el CIADI es su centro de resolución de disputas, no mencionado en la cita (Parra, 2000). De los cinco organismos mencionados, la Argentina solamente no es impactada de manera directa por la IDA (“International Development Association”). De esta manera, en este artículo abordaremos de manera cualitativa el diseño de los proyectos de salud del Banco Mundial (en adelante, el “Banco”)  para la Argentina, en cualquiera de sus aspectos, realizando una investigación para tal cometido, teniendo en cuenta principalmente el IBRD (“International Bank for Reconstruction and Development”), el IFC (“International Finance Corporation”) y la MIGA (“Multilateral Investment Guarantee Agency”).

Según el propio sitio del Banco, la Argentina ha acordado trescientos setenta y siete (377) proyectos de diferente tipo a lo largo de la historia compartida entre el Estado y el organismo multilateral. De estos, el foco se ubicará específicamente en los que tratan sobre la temática de salud.

El financiamiento de los sistemas de salud en América Latina es un tema acuciante y que tiene un factor aglutinador que es paradójico: está fragmentado. En el caso argentino en particular, hallamos cuatro grandes sistemas de cobertura: el estatal (hospitales públicos sin limitaciones en lo atencional), el de las obras sociales (mixto), el privado (prepagas) y el INSSJP, que es el instituto nacional de cobertura público no estatal para jubilados y pensionados, con un esquema sui generis y una ley nacional específica. El esquema sanitario nacional, que halla la cobertura como “punta de la pirámide” del financiamiento, se completa con los laboratorios (fabricantes de medicamentos), las droguerías (distribuidoras), las farmacias, los prestadores de salud (clínicas y consultorios) y los profesionales de la salud (médicos, enfermeros, obstetras, psicólogos, etc.).

Garay y Maroto (2019) sostienen que el financiamiento de la salud y el otorgamiento de prestaciones médicas constituye uno de los pilares de los políticos argentinos para la construcción del poder territorial. En ese aspecto, poder político y salud se entrelazan, y la política sanitaria permanece en el centro, en una tensión permanente entre intereses partidarios, burocracias técnicas e intereses sociales y personales por vivir mejor y estar sanos. Luego de la caída del Muro de Berlín y de la reforma constitucional de la Argentina en 1994, la administración de la salud se ha provincializado: la Nación ha perdido, como estructura, preeminencia en la administración del sistema, con la excepción del INSSJP. Esto muestra un sistema que no solo se halla fragmentado en su estructura, sino también en su administración política.

El desafío del Banco es diseñar y financiar proyectos que resulten efectivos para tratar las problemáticas presentes en una sociedad que presenta estas características particulares. En este artículo, entonces, se profundizará en estos tópicos desde un marco teórico internacional que permita comprender cuál es la mirada y la acción del Banco en la temática de salud en la Argentina.

2. Breve historia de los proyectos de salud para la Argentina

El Banco Mundial cuenta con una larga y dinámica trayectoria de proyectos relacionados con la salud en Argentina, y a lo largo de décadas ha ido cambiando su enfoque desde la infraestructura general y el apoyo provincial a iniciativas complejas centradas en la Cobertura Universal de Salud (CUS), la eficiencia del sistema y la transformación digital. Esta alianza busca abordar los desafíos persistentes de fragmentación, inequidad y calidad de los servicios dentro del sistema de salud descentralizado de los cuatro niveles de Argentina.

El Banco Mundial es el mayor financiador externo de salud en América Latina (Noy, 2017). A lo largo del tiempo, el banco se ha forjado una reputación y es considerado una autoridad importante en materia de políticas sanitarias (Noy, 2021). Su modelo de financiación, que otorga préstamos sujetos a condiciones específicas, sumado a su función como prestamista de última instancia para los gobiernos nacionales, le permite proponer y, en ocasiones, aplicar medidas políticas a cambio de apoyo financiero (Clinton y Sridhar, 2017). En este sentido, el Banco ha sido criticado por seguir una línea parcialmente neoliberal, promoviendo los mecanismos de mercado y la eficiencia, mientras que descuida la participación del Estado y la equidad (Laurell y Arellano, 1996). Sin embargo, en años más recientes, el Banco se ha asociado con lo que pueden considerarse medidas progresistas en el ámbito de la salud, como la atención médica universal y un mayor enfoque en la equidad (Fernandes y Sridhar, 2017). Malinar y de Carvalho (2024) concluyen que la organización no se adhiere rígidamente a un único paradigma de políticas. Más bien, adapta e integra ideas existentes para ajustarse al contexto específico de cada país, considerando sus condiciones económicas y políticas, así como el desempeño de su sistema de salud. A continuación, se describirá el desarrollo de los proyectos del Banco Mundial relacionados con la salud en Argentina.

Tras la incorporación de Argentina al Banco en 1956, los préstamos iniciales se centraron principalmente en infraestructura (Kedar, 2010). La salud se convirtió en un área de enfoque específico en las décadas de 1980 y 1990, a medida que el Banco diversificaba su cartera. Este cambio fue provocado por críticas previas a las políticas de ajuste estructural del Banco, que llevaron a un mayor enfoque en la pobreza y el crecimiento económico en sus proyectos. La salud resultó ser un área clave en esa dirección (Noy, 2021). Al mismo tiempo, el sistema de salud argentino estaba fragmentado, presentaba altas desigualdades (por ejemplo, entre la población rural y urbana), se vio afectado por la crisis económica y experimentó intentos fallidos de reforma. Por lo tanto, las recomendaciones del Banco Mundial fueron bien recibidas ante la necesidad de financiamiento externo (Noy, 2017).

El Banco Mundial ha apoyado al gobierno en temas de salud desde 1980, por ejemplo, en la creación y expansión de servicios públicos (Noy, 2017). Unos años más tarde, el primer préstamo se destinó a un proyecto de salud: a partir de 1993, el Banco aprobó un total de 30 proyectos, de los cuales se ejecutaron 25. Entre 1993 y 2025, el Banco Mundial comprometió más de USD 2.100 millones en préstamos para proyectos de salud en Argentina (World Bank Group, 2024). El BIRF comprometió préstamos por más de 38 millones de dólares estadounidenses en total para proyectos relacionados con la salud. Esto representa casi el 85% del total de préstamos comprometidos para Argentina, lo que lo convierte, con diferencia, en el proyecto más importante (World Bank Group, s. f.-a).

El Banco Mundial se centró generalmente en la salud de las mujeres y los niños en sus proyectos anteriores (Noy, 2017). Según el mismo autor, otra característica fue que la mayoría de las reformas fueron parciales y, en gran medida, reactivas a las crisis económicas, en lugar de proactivas.

Los primeros proyectos, que a menudo se centraban en el desarrollo de los sistemas provinciales de salud, ocasionalmente enfrentaron desafíos, como el “Provincial Health Sector Development Project”, que se vio obstaculizado y calificado como insatisfactorio debido a la grave recesión económica que azotó al país a principios del milenio (World Bank Group, s. f.-a). La escasa capacidad estatal en el sector salud y los sindicatos históricamente poderosos que se resistían a cualquier cambio que pudiera poner en peligro su control sobre las Obras Sociales impidieron la implementación exitosa de muchas reformas (Noy, 2017).

Un paso significativo fue el lanzamiento del Plan Nacer en 2004, un proyecto que definiría la alianza durante más de dos décadas. El Plan Nacer fue un ejemplo pionero de financiamiento basado en resultados (PforR), diseñado para mejorar la calidad y la utilización de servicios de salud clave para la gran población sin seguro médico, con especial atención a las mujeres embarazadas y los niños en las provincias más vulnerables (World Bank Group, s. f.-c). El programa se expandió con éxito para cubrir todo el país y demostró claros impactos positivos, incluyendo una reducción documentada del 74% en la mortalidad neonatal y una reducción del 19% en la probabilidad de que los bebés nacieran con bajo peso entre las madres registradas en ciertas zonas (World Bank Group, 2018; World Bank Group, s. f.-c).Según el informe de impacto del Banco Mundial, Plan Nacer/Programa Sumar aumentó la cobertura de salud efectiva para la población objetivo de 8 a 15 millones de personas entre 2012 y 2020 y fue considerado modelo de “best practice” internacional (World Bank Group, 2024). 

Tras su éxito, el programa se amplió y se renombró Programa Sumar. Sumar amplió progresivamente su alcance, ampliando la cobertura para incluir a adolescentes, mujeres adultas y, eventualmente, a hombres menores de 65 años, a la vez que integraba servicios especializados como una red nacional para el tratamiento de cardiopatías congénitas (World Bank Group, s. f.-c; World Bank Group, 2015). Esta iniciativa de larga trayectoria recibió el apoyo del Proyecto de Apoyo a la Cobertura Universal de Salud Efectiva en 2018, cuyo objetivo era seguir fortaleciendo el sistema y extender la atención integral a aproximadamente 15 millones de argentinos vulnerables (World Bank Group, 2018).

Más recientemente, el enfoque se ha desplazado hacia el fortalecimiento de la resiliencia del sistema y el uso de la tecnología. El Banco proporcionó financiamiento sustancial durante la pandemia de COVID-19, facilitando la adquisición y distribución de más de 133 millones de dosis de vacunas (World Bank Group, s. f.-d). Simultáneamente, nuevos proyectos abordan los problemas profundamente arraigados de la fragmentación del sistema a través de la transformación digital. El Proyecto de Fortalecimiento de la Agenda de Salud Digital en la Provincia de Buenos Aires (2023) es un excelente ejemplo, cuyo objetivo es implementar historias clínicas electrónicas (HCE) y telemedicina para mejorar el acceso y la continuidad de la atención para millones de residentes en municipios vulnerables (World Bank Group, 2023; World Bank Group, s. f.-e). De manera similar, el Programa 2023 para la Cobertura Universal Efectiva de Salud y el Proyecto de Integración del Sistema Nacional de Salud continúa con la misión principal de mejorar el acceso equitativo y la eficiencia mediante la promoción de una mejor coordinación del sistema nacional (World Bank Group, s. f.-f). El ciclo de desembolsos y ejecución de proyectos más recientes promedia de 2 a 4 años, con periodos de gracia de hasta 6 años en los contratos de préstamo y amortización en 30 años (Banco Mundial, 2023). De esta manera, la historia del vínculo entre el organismo y Estado refleja un esfuerzo sostenido y estratégico para llevar a Argentina hacia resultados de salud más sólidos y equitativos.

3. Tipos de proyectos de salud para la Argentina

El Banco Mundial interviene en el sistema sanitario argentino a través de distintos tipos de proyectos que combinan cooperación financiera, asistencia técnica y, en algunos casos, financiamiento condicionado al cumplimiento de resultados verificables. Este modelo no se limita a transferir fondos: también exporta un modo de gestión. Cada préstamo lleva implícita una estructura de poder que define qué se financia, cómo se mide el éxito y, sobre todo, quién rinde cuentas, de manera consensuada con cada Estado.

El organismo clasifica sus acciones en tres grandes sectores: (1) salud, centrado en políticas generales y expansión de la cobertura; (2) infraestructura y equipamiento sanitario, orientado a la modernización tecnológica; y (3) administración pública para el sistema de salud, enfocado en la eficiencia de la gestión y la gobernanza (World Bank Group, s. f.-a). Dentro de estas categorías, los proyectos se agrupan en subtemas que van desde el control de enfermedades y la salud materno-infantil hasta la respuesta ante pandemias y la digitalización. Esta amplitud refleja que el Banco Mundial no es solo un prestamista: es un actor de política pública que, con cada desembolso, puede también condicionar decisiones soberanas, a la vez que expandir la capacidad estatal.

A partir de esta estructura, los programas implementados en Argentina pueden ordenarse en tres perfiles definidos: fortalecimiento institucional y financiero, atención primaria y salud pública, e infraestructura y respuesta sanitaria. Los treinta proyectos analizados (de los cuales veinticinco se ejecutaron y cinco fueron abandonados) son un espejo del Estado: muestran dónde funciona la coordinación y dónde la gestión se desarma. Esos cinco proyectos “dropped” no son simples cifras; son hospitales no terminados, equipos sin instalar y promesas que se diluyeron entre oficinas.

Proyectos de fortalecimiento institucional y financiero

Esta categoría reúne los proyectos destinados a mejorar la gestión y la coordinación entre niveles de gobierno. En Supporting Effective Universal Health Coverage in Argentina (Additional Financing) (P179595), el Banco Mundial (2021) fijó como meta “enhance governance and coordination across the national system”, mientras que en Provincial Public Health Insurance Development Project (2004) planteó “development of a public health insurance scheme for the uninsured population”. Estas iniciativas intentan inducir eficiencia a través de desembolsos condicionados al cumplimiento de metas administrativas. Pero ese esquema traslada la rendición de cuentas del Congreso argentino a los tableros técnicos del Banco. El Financiamiento adicional para apoyar la cobertura universal de salud efectiva en Argentina (2021–2024), que dispone de 250 millones de dólares, carece de indicadores públicos de resultado: una omisión que no es técnica, sino política. La transparencia no puede depender de la buena voluntad del organismo prestatario.

El desafío en este tipo de proyectos es que el control sobre la ejecución financiera y los resultados se vuelve difuso. Los préstamos exigen eficiencia y uniformidad administrativa, pero rara vez fortalecen los mecanismos nacionales de auditoría o las capacidades legislativas de control. La Argentina necesita un sistema que transforme la cooperación multilateral en responsabilidad compartida, no en supervisión externa.

Proyectos de atención primaria y salud pública

Esta categoría incluye los proyectos centrados en la prevención y el tratamiento de enfermedades, con énfasis en la atención primaria y en las poblaciones vulnerables. En Protecting Vulnerable People Against Noncommunicable Diseases Project (2010) (P174913), el Banco se propuso reducir los “risk factors for noncommunicable diseases among vulnerable populations”, y en Public Health Surveillance and Disease Control Project (VIGÍA) (2007) (P055482), “strengthen national capacity for disease surveillance and control”. En ambos casos, la lógica del financiamiento basado en resultados impone un modelo de salud medible, estandarizado y dependiente de la continuidad política.

Los indicadores (número de centros certificados, fondos transferidos, recetas digitales o stock de medicamentos controlados) son útiles, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿quién verifica la veracidad de esos datos? La descentralización del sistema argentino multiplica los actores y disuelve responsabilidades. Si cada provincia rinde cuentas sólo ante su unidad ejecutora, la coordinación nacional es una ficción estadística. De treinta proyectos, veinticinco se ejecutaron y cinco fueron abandonados: cinco fracasos que pesan más que cualquier comunicado sobre “éxitos administrativos”. El control de resultados no puede depender de reportes autogenerados; necesita verificación independiente y escrutinio público.

Otro proyecto importante financiado por el Banco Mundial fue el de Protección de las personas vulnerables contra las enfermedades no transmisibles (P133193). Sus objetivos fueron: mejorar la preparación de los centros de salud pública para prestar servicios sobre enfermedades no transmisibles a grupos vulnerables; y proteger a grupos vulnerables de la población contra factores de riesgo prevalentes en las enfermedades no transmisibles. El proyecto comenzó en el año 2015 y finalizó en el 2022, con un costo total de 437,50 millones de dólares. El cumplimiento de los objetivos fue satisfactorio, y entre sus principales indicadores se encuentran:

  • Porcentaje de establecimientos públicos de atención primaria de salud certificados para brindar servicios de calidad para la detección y el control de las ENT.
  • Prevalencia del consumo de tabaco entre la población vulnerable.
  • Número de centros de salud pública que brindan nuevos servicios para la detección temprana del cáncer de colon.
  • Prevalencia del consumo de sodio entre la población vulnerable.
  • Porcentaje de centros públicos de atención primaria de la salud que han sido evaluados con respecto a los cambios en su modelo de atención para las ENT.
  • Número de provincias que han desarrollado un plan de ENT.
  • Número de provincias que han implementado acciones recomendadas para el control del tabaco.
  • Número de provincias que cuentan con una normativa para prevenir la obesidad infantil a través de acciones en entornos escolares.
  • Prevalencia del consumo de tabaco entre adultos.
  • Número de provincias que implementan cambios en las normas regulatorias con respecto a los anuncios y patrocinios de productos de tabaco.
  • Número de provincias que han implementado acciones recomendadas para reducir el consumo de sodio de la población.

Proyectos de infraestructura y respuesta sanitaria

Esta categoría agrupa los proyectos orientados a la infraestructura, la modernización tecnológica y la respuesta ante emergencias. Durante la pandemia, el Argentina COVID-19 Emergency Response (2020) (P177246) destinó 500 millones de dólares a fortalecer la capacidad de respuesta del sistema de salud. Sin embargo, los resultados concretos nunca se publicaron. La transparencia suele exhibirse en la firma del préstamo y desaparecer en la ejecución. Cuando el monitoreo se privatiza y la información se oculta, el control público se vuelve imposible. No se trata de un error administrativo: es una práctica que repite el patrón de opacidad de la cooperación multilateral.

Los proyectos de infraestructura representan la cara visible del financiamiento internacional: inauguraciones, conferencias, cifras. Pero la verdadera evaluación (la que mide sostenibilidad, mantenimiento y acceso equitativo) queda fuera del foco. Sin auditorías abiertas y sin trazabilidad presupuestaria, la obra pública financiada por organismos multilaterales corre el riesgo de ser un espectáculo técnico sin impacto social verificable.

En conjunto, los proyectos del Banco Mundial en Argentina revelan una tensión permanente entre la ingeniería financiera internacional y la debilidad institucional doméstica. El desafío no radica en acceder al crédito, sino en gobernarlo. Cada dólar prestado debería ser un compromiso de eficiencia y control, no una renuncia a la fiscalización. Los informes deben publicarse, los datos cruzarse y los responsables responder ante el Congreso, no ante consultores contratados.

Si el financiamiento multilateral pretende promover eficiencia y transparencia, el país debe responder con un estándar institucional equivalente: tableros públicos obligatorios, auditorías externas independientes y cláusulas de desembolso condicionadas al cumplimiento normativo local. De lo contrario, cada proyecto corre el riesgo de ser otro caso de “éxito administrativo” sin impacto social verificable.

El financiamiento internacional en salud debería concebirse como una herramienta para fortalecer la soberanía sanitaria, no para tercerizar sus servicios. Cuando los indicadores se definen fuera y los resultados no se transparentan, el préstamo deja de ser cooperación y se convierte en tutela. Si el Congreso no exige trazabilidad total y evaluación ex post, la próxima “buena práctica” será otro titular, y la ineficiencia, una estadística. No se trata solo de recibir recursos: se trata de recuperar la capacidad del Estado para decidir, auditar y sancionar. Esa es la deuda pendiente que el país no puede seguir prorrogando.

El siguiente apartado analizará cómo las dinámicas políticas internas y la fragmentación del sistema condicionaron la implementación de estos diseños en la Argentina.

4. Análisis cualitativo de los diseños

El panorama político interno de Argentina condicionó significativamente la implementación o adaptación de las prescripciones del Banco Mundial (de Carvalho, 2022). El país se caracteriza frecuentemente como un Estado planificador, con una amplia experiencia técnica y ambiciosos planes de reforma sanitaria, pero que enfrenta una incapacidad sistémica para implementar reformas amplias y sostenidas debido a un sistema de salud severamente fragmentado y a la intensa oposición de actores internos arraigados (Noy, 2017; Grupo Banco Mundial, 2003). Cabe destacar que las obras sociales, gestionadas por sindicatos, bloquearon eficazmente los intentos de una reforma sanitaria pública integral y universal a principios de la década de 1990 (Noy, 2017). Esta restricción política interna limitó la capacidad del Banco para impulsar cambios de mercado más audaces y sistémicos, como la recomendación inicial de reducir significativamente el elevado número de fondos de salud; una reforma que finalmente fracasó, con más de 268 fondos aún existentes en 2003 (Cavagnero, 2008; Noy, 2017). En consecuencia, la estrategia del Banco cambió a centrarse en programas menos controvertidos y específicos (Noy, 2017).

El país también mostró una alta tendencia a adaptar las prescripciones del Banco Mundial para adaptarse a las especificidades nacionales, con el 53 % de sus medidas de política adaptadas o ampliadas (de Carvalho, 2022). Este enfoque contrasta con países como Colombia y Perú, que replicaron con mayor frecuencia las prescripciones exactamente como se recomendaron (de Carvalho, 2022). Esta estrategia adaptativa condujo a la creación de programas innovadores como el Plan Nacer y su sucesor, Sumar (Cortez y Romero, 2013; Grupo Banco Mundial, s. f.-c). Estos programas se convirtieron en el foco central de la participación efectiva del Banco, dirigidos específicamente a la población sin seguro médico. Esta última aumentó significativamente durante las crisis económicas de principios de la década de 2000, lo que ejerció presión adicional sobre el sector público financiado con impuestos (Grupo Banco Mundial, 2003; Malinar y de Carvalho, 2024). Los proyectos abordaron a estas personas sin seguro mediante un enfoque de financiamiento basado en resultados o desempeño (Cortez y Romero, 2013; Grupo del Banco Mundial, s. f.-c). Este mecanismo vinculó los desembolsos al logro de las metas acordadas de afiliación y mejores resultados en salud, introduciendo efectivamente una lógica de cuasi mercado, impulsada por la eficiencia, en el sector público para ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la atención para los grupos vulnerables (Cortez y Romero, 2013; Grupo del Banco Mundial, s. f.-c). Este énfasis en mecanismos focalizados y basados ​​en resultados finalmente reafirmó la noción de la salud, incluso cuando se financia con fondos públicos, como un producto básico, al tiempo que transformó el rol del Estado para centrarse en incentivar y regular la provisión privada (Noy, 2017; Laurell y Arellano, 1996).

Tuozzo (2004) afirma que los diseños del Banco para Argentina en la década de 1990 (la cual coincide con el ingreso del organismo en los temas de salud) apuntaron a una reforma estructural de la acción gubernamental. Sin embargo, también sostiene que los resultados fueron mixtos, con ingredientes que jugaron tanto a favor como en contra de la democratización nacional. Así lo expresa la autora:

By the mid-1990s the World Bank’s presence and relevance had grown not only through lending, but also as a result of its growing influence on almost every aspect of public policy. It became an ‘auxiliary intelligentsia’ to government (Casaburi, Tuozzo, Riggirozzi, and Tussie, 2000: 512). During this period, the government’s attitude to the Bank’s conditionalities changed from one of hostility to one of willing acceptance of recommendations. Reforms multiplied considerably and the government not only supported orthodox stabilisation plans but also moved into second-generation reforms in health and education, and furthered adjustment at the sub-national level (provinces and municipalities). However, with structural adjustment programmes yielding only partial results, the Bank launched institutional reform as a core area of lending by the mid 1990s, with governance as a central tool of institutional transformation. (pp. 102-103)

Tuozzo afirma que el modelo impulsado por el Banco debilitó las estructuras corporativistas previas, dando como resultado —o como alternativa gubernamental— un marco de individualismo para ámbitos de políticas públicas en los que hasta entonces no había ingresado el organismo, con la salud como un ejemplo paradigmático. La fragmentación existente del sistema fue profundizada en dicha década por la provincialización de la administración de la salud, que contó con el apoyo del Banco. Esta desregulación fue acompañada por proyectos que impulsaron los derechos humanos, tales como el Proyecto “Aids and Sexually Transmitted Diseases Control” (P043418) del 1997, que apuntó a reducir la tasa de contagio del HIV en la CABA, la Provincia de Buenos Aires, la Provincia de Córdoba y la Provincia de Santa Fe, un problema central en la época. Tuozzo, asimismo, critica la falta de mención de los aspectos de la democracia liberal en los programas del Banco, los cuales, afirma, hacen sólo referencia al aspecto económico del liberalismo.

Uno de los aspectos centrales mencionados es la descentralización de la política sanitaria en la Argentina. No obstante, dicha descentralización del sistema de salud argentino es previo a la intervención del Banco en las políticas nacionales. Uno de los hitos de esta práctica fue la creación del Consejo Federal de Salud (COFESA), creado en 1981 por una norma dictada por un gobierno de facto, posteriormente reconocida como ley por los gobiernos de iure (Arce, 2021). De esta manera, cabe afirmar que dicha característica es una tendencia previa a la globalización posterior a la caída del Muro de Berlín: la Argentina pudo, simplemente, haber profundizado la tendencia con la asistencia técnica y financiera del Banco. Miradas críticas, como la de Escudero (2003), mencionan la ausencia de intereses nacionales en el diseño de los proyectos como una problemática en la cooperación multilateral.

5. Conclusiones

La temática de la salud pública es un eje fundamental para la vida de cada uno de los ciudadanos que integran el pueblo argentino. Como hemos descripto anteriormente, la salud no escapa a la dinámica de la globalización y a la intervención y asistencia de organismos internacionales de la significancia del Banco Mundial. El financiamiento de proyectos por parte de este último es un gran punto de partida, y a su vez una gran oportunidad, para solventar y llevar a cabo proyectos que impliquen un impacto real en la prevención y tratamiento de la salud de los argentinos.

Sin embargo, las oportunidades brindadas por el financiamiento de estos proyectos son insuficientes si no se las acompaña de estrictas tareas de control y monitoreo, tanto para evaluar su eficacia como su transparente aplicación. La complejidad del federalismo argentino, su sistema de salud y las pujas de poder que estos factores hacen emerger refleja la dificultad para lograr coherencia y coordinación en los programas de salud. Tener una salud pública descentralizada y en manos de los gobiernos provinciales puede tornar inviable un programa público de salud si desde el Estado nacional no hay cooperaciones institucionales para auditar y asignar recursos en forma intersectorial para la ejecución de fondos y políticas del Banco Mundial.

Asimismo, contar con estadísticas e informes de resultados en forma integrada es un objetivo clave si se quiere contar con un política de salud pública que haga de esta una sinergia con el financiamiento que el Banco Mundial propone para la Argentina y salud de sus ciudadanos.

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World Bank Group. (2015). BM/Argentina: Cobertura universal efectiva de salud para más de 5 millones de personas. https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2015/07/07/effective-universal-health-coverage-for-more-than-5-million-people

World Bank Group. (2018). Governance and the Law: World Development Report 2017. Washington, DC: World Bank.

World Bank Group. (2018). World Bank supports expansion of public health to benefit 15 million Argentines. https://www.worldbank.org/en/news/press-release/2018/05/21/proyecto-salud-publica-argentina

World Bank Group. (2023). Banco Mundial: modernizarán la atención sanitaria para más de 6 millones de habitantes de la provincia de Buenos Aires. https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2023/07/06/modernizar-la-atencion-sanitaria-para-6-millones-de-habitantes-de-la-provincia-de-buenos-aires

World Bank Group. (s. f.-a). Projects. https://projects.worldbank.org/en/projects-operations/projects-summary?countrycode_exact=AR&title=Argentina

World Bank Group. (s. f.-b). Argentina – Provincial Health Sector Development Project (English). http://documents.worldbank.org/curated/en/496961468217777755

World Bank Group. (s. f.-c). Argentina, un mejor lugar para nacer y crecer. https://www.bancomundial.org/es/news/immersive-story/2024/12/11/salud-de-calidad-en-argentina-plan-nacer

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World Bank Group. (s. f.-e). Argentina – Strengthening the Digital Health Agenda in the Province of Buenos Aires Project. http://documents.worldbank.org/curated/en/099061423141527044

World Bank Group. (s. f.-f). Argentina – Program for Effective Universal Health Coverage and National Health System Integration Project. http://documents.worldbank.org/curated/en/099092823140538517

7. Anexo: códigos de proyectos

Los treinta proyectos del Banco Mundial analizados para este artículo, en orden cronológico inverso, revisten los siguientes códigos:

  1. P179534
  2. P179595
  3. P177246
  4. P174913
  5. P173767
  6. P163345
  7. P154431
  8. P133193
  9. P106735
  10. P110599
  11. P113896
  12. P117377
  13. P090993
  14. P095515
  15. P089926
  16. P070456
  17. P053704
  18. P006038
  19. P071025
  20. P072637
  21. P063388
  22. P055482
  23. P050715
  24. P043418
  25. P006059
  26. P045687
  27. P040909
  28. P006030
  29. P006025
  30. P005984

Por Tomás Brusco, Vincent Labonté, Federico Lengyel, Tomás Racki, Manuel Etchevarren y Renata Cattaneo