Por Valentina Molinari
Este martes se trata en el Congreso Nacional la Ley de Promoción de Alimentación Saludable (conocida como la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos) que tiene como principal objetivo concientizar a la población sobre los componentes nutricionales de los alimentos ultraprocesados mediante el uso de etiquetas. Este caldeado debate trae como principales involucrados a la industria alimenticia, a las distintas organizaciones que intentan promover la educación alimentaria y por supuesto, a los consumidores argentinos.
En Argentina la obesidad infantil y en adultos viene creciendo de forma exponencial, siguiendo una tendencia mundial. Según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) llevada a cabo en septiembre y diciembre del 2018 por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y las direcciones provinciales de estadística (DPE), de la población de más de 3 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 18 años que se atienden en el sector público de todo el país, el 34,5% presentó sobrepeso u obesidad. La obesidad también crece en adultos de Argentina, según la cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2018/2019, 6 de cada 10 adultos tienen sobrepeso u obesidad.
El sobrepeso y la obesidad afectan tanto la salud psico-física de las niñas y los niños como su rendimiento escolar. Niñas, niños y adolescentes con sobrepeso y obesidad, además, tienen mayores probabilidades de seguir siendo personas obesas en la edad adulta y presentan mayor riesgo de sufrir enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, la diabetes o el cáncer.
El derecho a la salud y el derecho a la alimentación se encuentran indisolublemente unidos al constituirse en derechos básicos sin los cuales no se puede alcanzar un nivel de vida digno. Esta ley busca proteger esos derechos y generar mayor conciencia nutricional sin prohibir nada, ya que finalmente la decisión es del consumidor.
La ley de etiquetado frontal establece la obligatoriedad de rotular de forma clara los alimentos y las bebidas destinadas al consumo humano. El etiquetado frontal de los alimentos es un sistema de advertencias que contiene información que se presenta de manera gráfica en el frente del envase de los productos con el objetivo de garantizar una información veraz, simple y clara al consumidor respecto del contenido nutricional de los alimentos y bebidas con el fin de mejorar la toma de decisiones en relación con el consumo de alimentos ultraprocesados para tratar de reducirlo. Esta información complementa la información nutricional y de ingredientes que, normalmente, figura al dorso de los envases.
En este contexto, es importante destacar qué son los alimentos ultraprocesados. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), oficina regional para América de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos o sintetizadas de otras fuentes orgánicas. La mayoría de estos productos contienen pocos alimentos enteros y, en algunos casos, ninguno. Asimismo, muchos de los ingredientes utilizados en este tipo de alimentos son aditivos, sustancias que no tienen ningún valor nutricional y que se agregan simplemente para facilitar o mejorar la elaboración y la conservación de los productos.
Por otro lado, los alimentos ultraprocesados, están nutricionalmente desequilibrados. Tienen un elevado contenido de nutrientes críticos como azúcares, grasas saturadas y sodio, y un bajo contenido de proteína, fibra alimentaria, minerales y vitaminas. Estos alimentos representan un riesgo para la salud por diversos motivos. Tienen una calidad nutricional mala y, por lo general, son extremadamente sabrosos, casi adictivos; imitan los alimentos naturales y se los ve erróneamente como saludables. Algunos ejemplos son: papas fritas de paquete, snacks dulces o salados, helados, chocolates, caramelos, productos panificados, galletitas, cereales endulzados, bebidas gaseosas o energizantes, bebidas azucaradas a base de leche, formitas de papa u otros vegetales, bocadillos de pollo congelados, pizzas y empanadas congeladas.
Estos alimentos están ganando cada vez más espacio en la mesa de los consumidores argentinos que resultan ser la parte en desventaja de esta historia. La venta de ultraprocesados crece desproporcionadamente en comparación con otros alimentos, impulsada por estrategias de marketing y publicidad sin ningún tipo de regulación. Por esta razón, resulta de especial importancia rotular de forma clara y precisa a los alimentos mediante advertencias de forma octogonal de color blanco y negro. Destacar su composición nutricional contribuye a garantizar el acceso a una información oportuna y veraz de los alimentos y bebidas envasadas destinadas al consumo humano y, además, contribuye a fomentar el cuidado a la salud y el derecho a una alimentación saludable y responsable. Es importante destacar que la mayoría de las personas no tiene acceso a una formación que les permita tomar elecciones de consumo consientes y convenientes.
El derecho a conocer qué comemos y cuáles son los valores nutricionales de lo que compramos forma parte del derecho a obtener información adecuada, veraz, gratuita, clara y en soporte físico que los consumidores tienen en virtud de la Ley de Defensa al Consumidor (Ley N°24.242). Como contrapartida el artículo 5 de dicha ley establece el deber de información en cabeza de los proveedores de bienes y servicios que los obliga a suministrar a los consumidores en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes y servicios que proveen, y las condiciones de su comercialización. Esto se ve reflejado en una de las obligaciones que la Ley de Etiquetado impone a los fabricantes, productores o distribuidores de alimentos que implica colocar en el frente del envase, con letra clara y legible si el alimento o la bebida son considerados con “exceso de”: grasas saturadas, sodio, azúcar, calorías, según corresponda.
La importancia de este derecho radica en que los consumidores puedan conocer la calidad nutricional del alimento, para poder evaluar los riesgos a los que se someten. Se trata del derecho a saber si el alimento que deciden consumir tiene exceso de grasa, azúcar o sodio. El etiquetado frontal es un dispositivo jurídico para equilibrar la desigualdad entre proveedor y consumidor, una relación por naturaleza desigual. La protección de los usuarios y consumidores en las relaciones de consumo también tiene raigambre constitucional y se encuentra plasmada en el artículo 42 de la Constitución Nacional junto con la protección de su salud, seguridad e intereses económicos.
Otro de los objetivos de esta ley se basa en estimular a la industria a hacer alimentos de mayor calidad. Hace algunos meses una de las empresas alimentarias más grandes del mundo, Nestle, reconoció en un documento que más del 60% de los productos que vende no son saludables. Si bien estos datos no son una sorpresa, esto implica que las empresas conocen y se jactan de producir alimentos de muy baja calidad nutricional.
A este respecto, no es correcto afirmar que el etiquetado frontal de los alimentos resolverá los problemas nutricionales del país, sin embargo, empoderará al consumidor en las decisiones que tome a la hora de comprar alimentos. Siempre que los consumidores presten atención a las etiquetas, esto va a generar un cambio en el patrón de sus compras. Las etiquetas no van a resolver la obesidad, no obstante, son una herramienta que se necesita para ayudar y educar a la población.
La educación Alimentaria y Nutricional que promueve hábitos alimentarios saludables y duraderos, tal como la define la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), resulta fundamental para combatir este tipo de problemáticas. No puede negarse que existen factores sociales, políticos y económicos que están relacionados con la educación alimenticia de un país y que influyen en la calidad de los alimentos que se consumen. En nuestro país, los alimentos que se consumen en exceso son los alimentos más económicos, que generan mayor saciedad como, por ejemplo, harinas y papas.
Para concluir, podemos afirmar que resulta prioritario, en un país como Argentina, establecer políticas que contribuyan a mejorar los patrones alimentarios y reducir el consumo de nutrientes críticos a fin de controlar enfermedades nutricionales y minimizar su grave impacto sanitario, social y económico. El etiquetado de advertencia, al ser un sistema basado en nutrientes, proporciona la información necesaria sobre nutrientes que están presentes en exceso, y cuyo consumo se buscar reducir. Este sistema, desde una perspectiva de derecho, informa y protege la autonomía de los consumidores para decidir. Una herramienta crucial para generar conciencia y comenzar el camino hacia una correcta educación alimentaria y nutricional.